Quizá por la usanza latinoamericana de la expresión, la cual vamos a obviar, se hace un poco más difícil de explicar qué significa el scathunter, por eso vamos a jugar un poco con la traducción como se hace en el mundo del doblaje e intitulado de películas para que sea más comprensible.
El scathunter significa “cazador de heces”. En ella, el hombre o mujer o persona de otros géneros, realizan una cacería para oler, ver, sentir y degustar las heces, bañadas de ser posible en jugo de micciones, para alentar sus sentidos. Sin dejar atrás al sentido del oído, que en este caso es el que escucha los resultados del éxtasis logrado en tal cacería, lo cual no es más que el placer unilateral o mutuo de quienes participan de esta práctica que no es tan pequeña en el mundo, como quizá usted pueda imaginar.
Lo que siente el Scathunter
Se ha consultado por psicólogos, terapistas, psiquiatras, comunicadores sociales, sexólogos y públicos en general (estos últimos en foros), qué significa para los involucrados el adentrarse a esta práctica que podrían muchos llamar poco convencional por la relación estadística 2 de mil que la practican.
Esto se ha llevado a un plano explicativo esta respuesta, la cual condensamos de la siguiente manera:
El scathunter tiene dos vertientes: Encuentra la posibilidad con algo de azar o la va creando, con comunicación, concertación y algunos estímulos que lo hagan más relajante para las partes en el acto.
El probar tales desechos les resulta a manera de sabor y sensación cerebral como una simbiosis de sabor muy completa, una ráfaga de texturas inexplicables y quizás adictivas para su ser que se adentran por su paladar.
La emoción que llegan a sentir les es tan extremadamente abrumadora y fortalecedora, que se transforma en un afrodisiaco o estimulante sexual que puede provocarles los orgasmos menos conocidos en su ser, así tuvieran años practicando las relaciones sexuales. Llegan al squirt o correrse / acabar incluso sin tocarse; sus sentidos parecen estallar, la tormenta cerebral les crean espasmos y pareciera que degustaran ambrosía con un toque adicional de osadía.
En fin, lo que siente el scathunter es una emoción que supera lo que para ellos es conocido y van paulatinamente asociándolo a la necesidad frecuente para satisfacer a plenitud su sexualidad, pudiendo ser unilateral con apoyo de la contraparte o un placer dual que han ido buscando una y otra vez.
Porque esa es la cacería de estos practicantes, hallar en las deposiciones, más y mejores nuevas sensaciones, incluso si estas superan toda lógica para las normas más elementales de la sociedad y que aplican en la vida privada conyugal o lo que así al menos, se piensa que está estipulado.
¿Y después de eso, qué?
La cacería parece jamás terminar. Se comienzan a formar en mayores técnicas para sacar el mayor provecho a un poder que creen ellos sentir sobre el común denominador, que es el de detectar las situaciones debidas para estimular las defecaciones que acompañarán a sus momentos de altas o bajas pasiones.
Miran videos, buscan a otros practicantes, estudian los pros y contra de hacerlo de tal o cual manera, maximizan su uso y crean un entorno apropiado para la práctica que se les hace común: cazar orgasmos a través de las heces y así llegar a sensaciones que parecen indescriptibles.